Me acompaña en noches frías, esas que cuando mira no hay nada que no se derrita.
Se pone encima y te inmoviliza, se levanta, anda, baila, se convierte en mi guía.
Su negra magia hace que sonría mi cara, y sin esfuerzo, a cualquier demonio saca de su guarida endemoniada, después lo mira, consigue que le sonría y cuánto se descuida, sobre él se agazapa.
Convierte la noche en día, y al día en tarde soleada, sabe cómo hacer que las cuestas empinadas se transformen en suaves bajadas.
Una vez amé a una mujer, la observé bien y me di cuenta que era gata.
Desde entonces ella es la que reina en mi alma.